05 septiembre, 2012

Aprende a encenderla


Sin desmerecer el poder de la "G", hay cinco zonas erógenas más para estimular su líbido. Las mujeres desean que el prólogo dure el doble de lo que sueles dedicarle. Aprende a acelerarla y lo último que querrá será frenar.

LABIOS
Para calentar motores, concéntrate en el filtrum. Hace miles de años, los griegos ya consideraban este surco que une la nariz con el labio superior el punto más erógeno del cuerpo.

"El filtrum es una zona donde se concentran numerosas terminaciones nerviosas, por lo que es más sensible y receptivo a la estimulación", expone el Dr. Miguel Ángel Cueto, presidente de la Asociación Española de Especialista en Sexología.

Mordisquea delicadamente este punto para estimular la producción de oxitocina, la misma hormona que se libera durante el orgasmo.

ARCO DE LA MANDÍBULA
Inicia el recorrido alrededor del cuello y prosigue por la mandíbula para disparar el voltaje. Tatarea suavemente una melodía mientras la recubres de besos y... un coro de vibraciones ascenderá hasta el interior de su oído.

"Estimularás los corpúsculos de Pacini de la piel, que liberan endorfinas", asegura Thomas Swift, presidente de la Academia Norteamericana de Neurología. "Las endorfinas son las hormonas que produce el organismo durante el orgasmo, aumentando la sensación de bienestar", especifica Cueto.

LENGUA
Los besos de tornillo son para quinceañeros. Lograrás un efecto más explosivo si le acaricias la punta de la lengua (está repleta de nervios que liberan serotonina y dopamina).

Estos neurotransmisores permiten disfrutar de las relaciones sexuales, a la vez que se les vincula con los procesos de enamoramiento. Para no caer en la rutina, introduce una variación: aprieta ligeramente tus labios contra la punta de su lengua.

CUELLO
Masajéale el cabello a la altura de la nuca, siempre en sentido descendente (pasa del pelo al cuello). "Al acariciar el punto de unión de dos tipos de tejido diferentes, redoblarás su placer", asegura el Dr. Clokie, cirujano del Hospital Monte Sinaí de Toronto (Canadá).

CLAVÍCULA
Acariciar este hueso es un clásico. El problema es que la mayoría de hombres se concentran en la parte externa y olvidan el punto más placentero, el centro. "Es precisamente ahí donde la densidad de nervios es mayor", indica Cueto.

Recorre lentamente el camino hacia este punto neurálgico con los labios para que la pasión aumente progresivamente.


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